viernes, 16 de octubre de 2015

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MEAH,
sección Hebreo 53 (2004) 361-385
LA TORAH Y SU INTERPRETACIÓN: UN PASAJE DEL
SEFER HA-
M
É
BAQQE

DE IBN FALAQUERA

The Torah and its Interpretation: a chapter in the
Sefer ha-m
é
baqqe
¡
by

em
$
ob ibn Falaquera
A
URORA
S
ALVATIERRA
O
SSORIO
Universidad de Granada
BIBLID [0544-408X (2004) 53; 361-385]
Resumen
: En el
Sefer ha-m
é
baqqe
¡
de

em
$
ob ibn Falaquera (s. XIII) se incluye un
episodio que protagonizan un creyente en la
Torah
y un sabio en
Torah
y
Ó
okmah
. A
través del diálogo que estos
personajes mantienen con el
m
é
baqqe
¡
, el autor acerca a sus
lectores a dos concepciones del judaísmo que
implican una diferente comprensión del texto
bíblico y de la tradición que lo acompaña.
Abstract:
In the
Sefer ha-m
é
baqqe
¡
by Shem
$
ob ibn Falaquera (s. XIII) a chapter is
included in which a believer in the
Torah
and a wise in
Torah
and Wisdom are the main
characters. These heroes allow the author to
show us two different views of Judaism that
involve a different understanding of the Bible and its tradition.
Palabras clave
:

em
$
ob ibn Falaquera . Fe y razón. La
Biblia y su interpretación.
Key words:
Shem Tov ibn Falaquera. Faith an
d reason. Biblical interpretation.
Entre el muy amplio
corpus
de escritos que conforman el legado
intelectual de

em
$
ob ibn Falaquera (c. 1225-c. 1291), el
Sefer ha-
m
é
baqqe
¡
es probablemente una de sus obras más representativas (y una
de las más citadas en cuantos estudios
se ocupan de su autor). Peculiar en
forma, contenido y estructura, el libro nos presenta a un joven decidido a
encontrar la verdadera felicidad, a
descubrir el secreto del conocimiento y
el verdadero sentido de la existencia humana
1
. Con un modelo de
aprendizaje basado en el juego pregunta-repuesta, el
m
é
baqqe
¡

El presente trabajo se integra dentro del proyecto de investigación “Lengua y
Literatura del Judaísmo Clásico: Rabíni
co y Medieval” (BFF 2003-08590) financiado por
el Ministerio de Ciencia y Tecnología.
1. Para una presentación general de la obr
a, véase Schirmann-Fl
eischer 1997: 332-342.
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protagoniza
un viaje “iniciático” en pos de la sabiduría. Y lo hace por
medio de una serie de encuentros
con personajes muy diversos que le
trasmiten lo que saben pero que también son forzados a confesar lo que
ignoran; más que sabios que instruyen a un discípulo, son, pues,
interlocutores que enseñan, sobretodo, con sus errores o ausencia de
respuestas. En la primera sección del libro, compuesta en prosa rimada
con poemas intercalados, se suceden siete diálogos muy dispares con un
rico y un héroe, un artesano y un médi
co, un piadoso, un gramático y un
poeta.
2
El joven aprendiz tomará así contacto con los modelos sociales y
profesionales que estos personajes en
carnan, modelos que, de menos a
más, representan las etapas inferiores en la escala del conocimiento que
Falaquera nos propone.
Tras el episodio del poeta, con quien concluye la sección inicial del
libro, el
m
é
baqqe
¡
(como también el autor-narrador con quien en un
constante juego de identidades se iden
tifica) sufre una verdadera catarsis
que, entre otras cosas, le lleva a renunc
iar a la poesía, arte que se precia de
haber cultivado con éxito, y a
todo lo que ella significa
3
. Esta
transformación del personaje halla su más claro reflejo en el cambio
radical de estilo que se produce en la segunda parte de la obra.
4
La prosa
llana se impone en ella como medio
de expresión y este uso se vincula a
un cambio de actitud y también de cont
enido. Atrás queda el tiempo de los
versos y los saberes vanos: ha llegado el momento de adentrarse en el
ámbito de las ciencias y de segui
r avanzando en el camino que conduce a
la verdadera felicidad. El
m
é
baqqe
¡
ha crecido en conocimiento (como
también en edad) y se entiende que es
tá ya preparado para ocuparse de
esferas más complejas del saber. Es llegado, pues, el momento de
conversar y aprender con quienes domin
an las distintas ramas de las
matemáticas según el
quadrivium
medieval (aritmética, geometría, óptica,
astronomía y música), la lógica y la física. Pero curiosamente, antes de
2. Esta sección del libro fue editada y traducid
a al inglés por H. Levine en su trabajo de
doctorado (1973). Uno años más tarde (1976) se
publica, sin el texto
hebreo, la versión
inglesa.
3. Un sugerente análisis de este encuentr
o con el poeta puede verse en Brann 1991:
124ss.
4. Sigo para esta sección la edición de Va
rsovia 1924 sobre la que he realizado las
traducciones que aquí presento.
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É
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que se adentre en estas ciencias seculares, Falaquera hace que su
personaje se detenga a completar su
formación judía y lo hará dialogando,
primero, con un creyente en la
Torah
y después con un sabio en
Torah
y
Ó
okmah
. Si se repasa la estructura global del libro llama la atención
observar el lugar en el que estos pasajes se insertan: entre los siete
primeros encuentros y los siete que le siguen, entre las formas inferiores
del conocimiento y las que conducen a la verdadera sabiduría. Parece,
pues, que en el proceso de formación
que Falaquera defiende es ésta una
etapa decisiva para el hombre judío, un paso obligado para quien quiera
seguir avanzando por los peldaños que
llevan a la cima del saber: la
metafísica.
Al abordar este episodio del
Sefer ha-m
é
baqqe
¡
resulta imprescindible
recordar el clima intelectual en el
que su autor se encuentra inmerso. Si
bien en la madurez de Falaquera el fragor de la primera polémica en torno
a Maimónides se ha atenuado, siguen vivas las posturas a favor o en
contra del pensador cordobés o, dicho
de otro modo, en favor o en contra
del estudio de la filosofía como instrumento para profundizar en la fe. En
esta época de tendencias ideológi
cas y religiosas enfrentadas, en un
ambiente enrarecido donde predominan las ideas antirracionalistas y la
aceptación de corrientes cabalistas conservadoras, Falaquera toma partido
y defiende, en línea con el pensamient
o maimonidiano, la armonía de fe y
razón
5
. Y, como reiteradamente se ha puesto de relieve, gran parte de su
esfuerzo se va a consagrar a difundir lo
más posible los conocimientos de
su tiempo, a popularizar la filosofía entre sus contemporáneos, a “educar”
a sus lectores dando a sus escritos una orientación divulgativa y
pedagógica
6
. Este propósito no es ajeno al
Sefer ha-m
é
baqqe
¡
donde el
autor se valdrá de sus personajes
y habilidades literarias para exponer y
trasmitir sus ideas, para defender y
argumentar su posición personal al
tiempo que se hace eco de la problemática de su época. Esto es lo que
sucede cuando Falaquera conduce hasta un
ma ́amin ba-Torah
al
protagonista de su historia:
5. Cf. Jospe 1988: 78-91.
6. La finalidad didáctica de sus escritos,
que desde Malter (1910-1911) a Jospe (1988)
se ha tenido por un rasgo destacado de su le
gado intelectual, es subrayada por el propio
Falaquera quien insiste en presentarse en su
s obras como un compilador de saberes y un
difusor de conocimientos.
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Y el m
é
baqqe
¡
decidió buscar a un hombre sabio en nuestra
Torah que tuviera la Torah por credo. Entonces le indicaron
(donde encontrarlo)
diciendo: Él vive solo en uno de estos lugares.
Y se apresuró a ir allí y lo encontró leyendo la Torah; era
¡
abbat
b
é
re’
¡
it
7
.
Le dijo:
- ¡Qué Dios esté contigo, que el piadoso tema a Dios y evite el
mal!
Le respondió el hombre:
- Hijo mío, que Dios te guíe en su verdad y abra tus ojos con la
luz de su Torah.
Le dijo el m
é
baqqe
¡
:
- ¿Cuál es tu ocupación, mi señor?
Le respondió:
- Yo temo a Dios que hizo el mar y lo seco
8
y en su Torah se
deleita mi alma; no me ocupo de las vanidades del mundo, que se
mantenga por medio de otros. Di
me tú también qué deseas, qué
buscas y quién te trajo aquí.
Le contestó el m
é
baqqe
¡
:
- Éste es mi deseo y ésta es mi búsqueda: conocer la felicidad
del hombre, por qué fue creado y cuál es su fin. Ya he examinado
muchas cuestiones
que dicen llevan a esa meta; mas cuando los
investigué descubrí que están lejos de los intereses
de los seres
humanos y no he llegado aún a su meta final
9
; he encontrado
muchos tan alejados de ella como oriente de occidente. (...)
Respondió el creyente:
7. El sábado en que se lee la primera secc
ión del Pentateuco. Es
ta escena introductoria
coloca a los lectores frente a
un personaje que, en principio,
no ha de provocarles rechazo
alguno. Entre otras cosas, la soledad en que vi
ve es para Falaquera uno de los rasgos que
adornan a ciertos sabios. Cf. Jospe 1988: 135ss.; Shifman 2001.
8. Nótese la relación de estas palabras (cf. Gé 1,6ss.) con la lectura de
¡
abbat b
é
re ́
¡
it
mencionada antes.
9. Se recuerdan así los encuentros, fallidos
para su propósito, que tienen lugar en la
primera parte del libro.

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