lunes, 23 de enero de 2017

SENAQUERIB – Diccionario Enciclopédico de Biblia y Teología

SENAQUERIB – Diccionario Enciclopédico de Biblia y Teología











SENAQUERIB









2Ki 18:13-19:37



Senaquerib (heb. Sanjêrîb; aram. ínjryb y ínj’ryb; as.
Sin-ahhê-erîba, “quiera [el dios] Sin aumentar el número de mis
hermanos” o “el dios-luna ha aumentado [los] hermanos” o “Sin da más
hermanos”). Rey asirio que sucedió a su padre Sargón II en el 705 a.C. y
que gobernó durante 25 años (705-681 a.C.). Cruel e inflexible,
Senaquerib cometió algunos errores polí­ticos de consecuencias duraderas
y, por causa de sus medidas, fue el hombre más odiado de esa era.
Tampoco tuvo mucho éxito en su trato con el oeste. En el 701 a.C.
aplastó una rebelión de prí­ncipes de Siria y de Palestina: primero se
apoderó de una cantidad de ciudades fenicias y, a continuación, avanzó
hacia el centro de la rebelión en Palestina -las ciudades filisteas y el
reino de Judá- para luchar contra Ezequí­as,* que habrí­a sido el
lí­der de la revuelta. En Judá destruyó numerosas ciudades: pretendió
haberse apoderado de 46 ciudades fortificadas, además de numerosas
aldeas, y de haber llevado al exilio 200.150 cautivos (el asiriólogo A.
Ungnad cree que ese número se deberí­a leer 2.150), junto con un despojo
abundantí­simo. 457. Relieve asirio que muestra al rey Senaquerib
sobre su trono ante Laquis, en Palestina, durante el sitio de la ciudad.
En la Biblia (2Ki 18:14,17; 19:8) se menciona su famoso asedio a la
ciudad fortificada de Laquis, cuyo sitio y captura están ilustrados en
toda una serie de relieves de un palacio real que está en el Museo
Británico (figs 308, 457, 522). Jerusalén se salvo porque Senaquerib
tuvo que levantar su campaña cuando se necesitaba con urgencia su
ejército en Oriente (18:17). Por eso se limitó a pretender que “habí­a
hecho prisionero [a Ezequí­as] en Jerusalén, en su residencia real, como
un pájaro en su jaula. Lo rodeé de contrafuertes para molestar a los
que querí­an salir por las puertas de la ciudad”. Se tuvo que contentar
con cobrarle un pesado tributo, lo cual figura en la Biblia y en los
registros del rey asirio (2Ki 18:14-16). La detallada versión de esta
campaña, inscripta en prismas de arcilla muy bien conservados, coincide
en sus puntos principales con el relato bí­blico, aunque difiere en los
detalles (fig 216). Durante los siguientes 10 años estuvo ocupado en
asuntos relacionados con Babilonia y Elam. Finalmente se cansó tanto de
las frecuentes rebeliones de Babilonia, que destruyó la ciudad sin
piedad y por completo (689 a.C.; tanto Merodac-baladán como su aliado
elamita fueron derrotados); incluso inundó la región, al desviar las
aguas del Eufrates, con el fin de transformarla en un pantano e impedir
de ese modo su reconstrucción. Más tarde, después que el rey nubio
Tiraka (Taharka)1078 ocupara el trono de Egipto, Senaquerib volvió con
la intención de destruir el reino de Ezequí­as (2Ki 19:9 menciona un
intento de Tiraka de salir en su ayuda). Esta campaña terminó en un
desastre, circunstancia que explica su omisión en los anales del rey.
Puesto que Tiraka no abandonó Nubia, su patria, hasta c 689 a.C. (cuando
fue corregente con su hermano a la edad de 20 años), no podemos darle a
esa campaña una fecha anterior. Por tanto, tenemos que llegar a la
conclusión de que los registros bí­blicos de los cps 18-20 y paralelos
se refieren a 2 campañas distintas y no a una sola, como lo supondrí­a
una lectura superficial de la narración. Tuvo que haber sido durante
esta última campaña cuando el ejército de Senaquerib sufrió la
desastrosa pérdida que aparece en las Escrituras, cuando un ángel lo
hirió durante el asedio a Jerusalén. Aunque los registros asirios
naturalmente guardan silencio acerca de ese desastre, la Biblia lo
menciona (2Ki_18; 19; 2Ch_32; Isa_37) y no lo olvidaron las otras
naciones de la antigüedad, como lo prueba el relato del historiador
griego Herodoto. Mientras visitaba Egipto, 200 años después de la
muerte de Senaquerib, se le dijo que cuando el rey asirio avanzaba rumbo
a Egipto, una enorme cantidad de ratas se comió las cuerdas de los
arcos de los soldados, de manera que éstos huyeron presas del pánico.
Como se consideraba que las ratas eran portadoras de la fiebre bubónica,
se cree generalmente que esta historia implica la aparición brusca de
esta enfermedad entre las filas de los asirios. Hay pocas razones para
dudar de que ésta sea la versión egipcia de la catástrofe de que se nos
habla en el v 35. Senaquerib fue el gran reconstructor de Ní­nive, que
en su época se convirtió en la ciudad más hermosa y gloriosa de la
antigüedad por introducir nuevos métodos de construcción. Además, se
interesó mucho en las mejoras técnicas de sus maquinarias de guerra.
También construyó un acueducto que traí­a agua para la capital y la zona
circundante desde las montañas del oriente, ubicadas a unos 48 km de
distancia. Se podí­a cruzar el rí­o Gomer gracias a un puente de arco
de unos 300 m de largo, posiblemente el 10 permanente de piedra de la
historia. En el 681 a.C. Senaquerib fue asesinado por sus 2 hijos,
Adramelec y Sarezer, quienes tal vez estaban celosos de Esar-hadón, el
prí­ncipe heredero (2Ki 19:37; 2Ch 32:21). Aunque este crimen figura en
varios textos contemporáneos, todas las referencias a él son tan vagas y
ambiguas que una reconstrucción detallada de los acontecimientos sigue
siendo imposible. Los asesinos no tuvieron éxito en su intento de
apoderarse del trono y fueron expulsados por Esar-hadón, que sucedió a
su padre. Bib.: E. G. Kraeling, JAOS 53 (1933):335-346; A. Ungnad, ZAW
59 (1942-43):199-202; W. F. Albright, BASOR 130 (1953):8, 9; ANET
287-290, 302.


Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico


hijo y sucesor de Sargón II en el reino de Asiria, 704- 681 a.C.
Trasladó la capital del reino Dur Sharrukin, construida por su padre, a
Ní­nive. El año 689 a. C., S. saqueó y destruyó Babilonia.


El año 701 conquistó gran parte del reino de Judá le quitó 46
ciudades al rey Ezequí­as y le impuso un gravoso tributo, 2 R 18-13-16;
se habla de una segunda incursión de S. en Judá, después de la toma de
Lakí­s, ca. 690 a. C., en la cual fracasó, pues su ejército fue
diezmado por una peste, y S. se devolvió a Ní­nive, 2 R 18, 17-37; 19,
1-36; 2 Cro 32, 1-22; Is 36; 37. S. fue muerto por dos de sus hijos,
Saréser y Adrammélek, en el templo del dios Nisrok, en Ní­nive. En su
lugar reinó Asarjaddón, 2 R 19, 37.


En los Anales asirios se habla de la incursión y toma de las
ciudades de Judá, pero se ignora el fracaso de S. mencionado en las
Escrituras Sené, uno de los picachos, al sur, frente a Gueba, del
desfiladero por donde Jonatán, hijo de Saúl, llegó hasta una avanzadilla
de los filisteos y los derrotó, 1 S 14, 4-5.


Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003


Fuente: Diccionario Bíblico Digital


(hebreo sanheriv; asir. Sinahe-irba, Sin [dios de la luna]

hermanos multiplicados). Fue un rey asirio (705-681 a. de J.C.), el hijo
y sucesor de Sargón II (722-705). Restableció a Ní­nive como capital,
sobre la ribera oriental del Tigris, frente a la actual ciudad de Mosul.
Está representada hoy por los montí­culos de Kuyunjik y Nebi Yunus
(†œprofeta Jonás†).


Senaquerib construyó palacios, templos, muros de la ciudad y un
sistema de agua. Fue un soldado capaz y es en esta capacidad que mejor
se le recuerda.


En su ascenso al trono, se encontró con la necesidad de lidiar con
revueltas a través de todo el imperio. Exasperado por las repetidas
intrigas de Babilonia y de su rey, Merodac-baladán, finalmente redujo la
ciudad a ruinas en el 689 a. de J.C. En Occidente, también habí­a
rebelión; entre los rebeldes estaba Ezequí­as de Judá. En su tercera
campaña en 701 a. de J.C., Senaquerib marchó a occidente para resolver
esas dificultades. Senaquerib tomó a Sidón y entonces se dirigió hacia
el sur, recibiendo tributo y capturando Ascalón Betdagón, Jope y otras
ciudades de Palestina. En Elteque (comparar Jos 19:44; Jos 21:23),
derrotó a una coalición de palestinos, más algunas fuerzas egipcias.


Ezequí­as habí­a tomado a Padi, el rey de Ecrón, que se habí­a aliado
con Senaquerib, y lo habí­a hecho cautivo. Senaquerib ahora se apoderó
de Ecrón y volvió a poner a Padi sobre su trono. El no tomó a Jerusalén,
mas se glorió de que él habí­a encerrado a Ezequí­as †œcomo pájaro en
una jaula†. El AT presenta tres registros de esta invasión y sus
resultados (2Ki 18:13—2Ki 19:17; 2Ch 32:1-22; Isa 36:1—Isa 37:38).


Fue durante el XIV año de Ezequí­as que Senaquerib vino en contra de
Judá y tomó todas sus ciudades fortificadas. Ezequí­as ofreció pagar
tributo y tuvo que despojar el templo de sus tesoros para hacer el pago.
La Biblia relata que Jerusalén fue liberada por el Señor, quien envió a
su ángel a herir al ejército asirio y forzó a Senaquerib a retirarse a
su tierra de origen (2Ki 19:35-36; 2Ch 32:21; Isa 37:36-37). De regreso a
Ní­nive, Senaquerib fue asesinado por dos de sus hijos en el 681 a. de
J.C. (2Ki 19:37; Isa 37:38) en un esfuerzo por frustrar la sucesión que
él habí­a decretado para Esarjadón, mas Esarjadón estuvo a la altura de
la situación y ganó el trono.


Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano


Senaquerib, hijo de Sargón II, fue rey de *Asiria desde el 705 hasta
el 681 a. de J.C. El encaró serios desafí­os en 703 a. de J.C. ,
cuando Merodac-baladán intentó unificar a las tribus caldeas y arameas
que estaban guerreando entre sí­, contra Senaquerib y Asiria. Con ayuda
elamita, Merodacbaladán ocupó Babilonia y procuró fortalecer su posición
enviando mensajeros a los vasallos asirios del oeste a fin de
incitarlos a rebelarse (véase Is. 39). Senaquerib derrotó a los elamitas
y caldeos cerca de *Kis y tomó control de Babilonia. Sin embargo, los
reyes de Sidón y Tiro se aprovecharon de los problemas de Senaquerib en
el Oriente y rehusaron pagar tributo. Un poco más al sur, Ezequí­as de
Judá,s quien habí­a recibido un mensaje de Merodacbaladán (2 R. 20:12,
13), tomó al gobernador proasiriso de *Ecrón.

Senaquerib apareció con su ejército y la resistencia en *Fenicia decayó
rápidamente. Sin embargo, las ciudades filisteas de Ecrón, Asdod y
Ascalón pelearone y Egipto envió un ejército contra Senaquerib. En
Elteque, Senaquerib derrotó a los egipcios y desde su campamento en
Laquis, Senaquerib insistió en que Ezequí­as se rindiera y pagara
tributo.

Los eventos del sitio de Senaquerib están registrados en 2 R. 18 y en
los anales del propio Senaquerib. La edición final de los anales de
Senaquerib se ha conservado en el Prisma del Instituto Oriental y en el
así­ llamado Prisma de Taylor en el Museo Británico. Los escribas de
Senaquerib hablan de cuarenta y seis ciudades de Ezequí­as que cayeron a
los asirios †œpor los asaltos con arietes y los golpes de máquinas
lanzadoras y el ataque de soldados a pie, zapadores, brechas y hachas†.
De Ezequí­as él escribe: †œEl mismo, como un ave en una jaula en medio
de Jerusalén, su ciudad real, yo lo encerré.† Aunque Senaquerib recibió
tribute de Ezequí­as es evidente que no pudo tomar Jerusalén.

De las cuarenta y seis ciudades tomadas, *Laquis parece ser la que
ofreció la mayor resistencia. En uno de los cuartos del palacio
descubierto por A. H. Layard en Ní­nive en 1849, habí­a trece lajas de
piedra en bajo relieve que representaban un ataque a una ciudad bien
fortificada. Frente al rey que estaba entronado en una colina delante de
la ciudad sitiada, estaba una corta inscripción cuneiforme afirmando
que Senaquerib estaba sentado en el trono mientras inspeccionaba el
botí­n tomado de Laquis.

BIBLIOGRAFIA: D. D. Luckenbill, The Annals of Sennacherib, University of
Chicago Press, Chicago, 1924. A. Leo Oppenheim, ANET , págs. 187–188.


Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico


(Que Sin [dios lunar] multiplique hermanos). Rey asirio (705-681
a.C.). Cuando arribó al trono ya Israel habí­a sido subyugado por su
padre Sargón II. Pero †¢Ezequí­as rey de Judá se rebeló, haciendo
alianza con Egipto y contactos con Merodac-baladán, rey caldeo que se
rebeló también contra S. (2Re 20:12-19; Is. 39). Cuando S. pudo
controlar a Babilonia vino †œcontra todas las ciudades fortificadas de
Judá, y las tomó† (2Re 18:13). Estando en †¢Laquis envió emisarios a
†¢Ezequí­as exigiendo un enorme tributo, lo cual éste pagó. Pero de
todas maneras sitió a Jerusalén con su ejército al mando del †¢Tartán,
el Rabsaris y el Rabsaces. Dios, a través de Isaí­as, prometió
liberación. Y †œaquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en
el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil†. S. volvió a
su tierra, donde murió asesinado por dos de sus hijos (2Re 18:13-37;
2Re 19:1-37; 2Cr 32:1-22; Isa 36:1-22; Isa 37:1-38). En la historia
secular existen dos versiones sobre la suerte del ejército asirio y el
levantamiento del sitio. Herodoto dice que lo que les atacó fue una
legión de ratas, mientras que el historiador caldeo Berosio alega que
fue una enfermedad pestilencial. Una leyenda judí­a señala que los
asesinos de S., sus dos hijos, llegaron a vivir en Jerusalén y fueron
prosélitos.


Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano


tip, BIOG REYE HOMB HOAT


vet, (ac.: “Sin [el dios de la luna] ha multiplicado los hermanos”).
Hijo y sucesor de Sargón, rey de Asiria. Invadió Siria y Palestina en el
año decimocuarto del reinado de Ezequí­as. Ezequí­as reconoció que era
culpable, y le pagó un tributo de trescientos talentos de plata y
treinta talentos de oro. Senaquerib dejó un registro de ello en una
tableta de arcilla. Afirma que capturó cuarenta y seis ciudades
fortificadas y las fortalezas y pueblos a su alrededor que pertenecí­an a
Ezequí­as el judí­o, llevándose cautivas a 200.150 almas, y caballos,
mulas, asnos, camellos, bueyes y ovejas sin cuenta, etc. Encerró a
Ezequí­as en su casa en Jerusalén como a un pájaro en su jaula (cfr. 2
R. 18:13-16; 2 Cr. 32:1-8). Durante su segunda invasión, Senaquerib
envió insultantes e impí­os mensajes a Ezequí­as, que evidentemente
estaba otra vez apoyándose en Egipto. Pero un ángel de Dios destruyó el
ejército asirio. Naturalmente, los monumentos asirios silencian este
hecho. El rey volvió a Asiria, y no se aventuró a invadir Palestina otra
vez. Finalmente, fue asesinado por dos de sus hijos, y fue sucedido por
Esar-hadón, otro de ellos (2 R. 18:17-37; 19:1-37; 2 Cr. 32:9-22; Is.
36; 37). Es evidente que Senaquerib estaba en corregencia con Sargón en
el año 714 a.C. cuando invadió Judea por primera vez; reinó en solitario
desde el año 705 hasta el año 681 a.C.


Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado


(del acadio, significa: †œSin [el dios-luna] Ha Tomado el Lugar de Hermanos para Mí­†).

Hijo de Sargón II; rey de Asiria. Aunque heredó de su padre un imperio
de gran solidez, se vio obligado a pasar la mayor parte de su reinado
sofocando sublevaciones, en particular de la ciudad de Babilonia.

Parece ser que Senaquerib fue gobernador o general de la región
septentrional de Asiria durante el reinado de su padre. Después de
heredar el trono, esta región debió causarle pocos problemas. Más bien,
sus dificultades le vinieron principalmente del S. y del O. El caldeo
Merodac-baladán (Isa 39:1) abandonó su refugio en Elam, al que le habí­a
obligado a ir Sargón, el padre de Senaquerib, y se proclamó rey de
Babilonia. Senaquerib marchó contra él y sus aliados elamitas y los
derrotó en Kish. Sin embargo, Merodac-baladán logró escapar y se
escondió durante otros tres años. Senaquerib entró en Babilonia y puso
en el trono a Bel-ibni como virrey. Posteriormente efectuó otras
expediciones punitivas para contener a los pueblos de las regiones
montañosas de los alrededores de Asiria.

Luego, en lo que Senaquerib califica como su †œtercera campaña†, avanzó
contra †œHatti†, término que en aquel tiempo debí­a referirse a
Fenicia y Palestina. (La Sabidurí­a del Antiguo Oriente, edición de J.
B. Pritchard, 1966, pág. 235.) Esta zona se habí­a rebelado contra el
yugo asirio. Entre los que habí­an rechazado esa dominación estaba el
rey Ezequí­as de Judá (2Re 18:7), aunque no hay indicios de que se
hubiese coligado con los otros reinos sublevados.

En el año decimocuarto de Ezequí­as (732 a. E.C.), las fuerzas de
Senaquerib avanzaron hacia el O., capturaron Sidón, Aczib, Akkó y otras
ciudades de la costa fenicia y a continuación se dirigieron hacia el S.
Algunos reinos atemorizados, entre ellos Moab, Edom y Asdod, enviaron
tributos en prueba de su sumisión. La recalcitrante Asquelón fue tomada
por la fuerza, junto con las ciudades cercanas de Jope y Bet-dagón. Una
inscripción asiria acusa al pueblo y a los nobles de la ciudad filistea
de Eqrón de haber entregado a su rey Padi a Ezequí­as, quien según
Senaquerib, †œle mantuvo encarcelado, ilegalmente†. (La Sabidurí­a del
Antiguo Oriente, págs. 235, 236; compárese con 2Re 18:8.) Se dice que
los habitantes de Eqrón habí­an solicitado ayuda a Egipto y a Etiopí­a
para evitar o frustrar el ataque asirio.

El registro bí­blico indica que aproximadamente para este tiempo
Senaquerib atacó Judá, y sitió y capturó muchas de sus ciudades y
pueblos fortificados. Ezequí­as envió un mensaje a los asirios que
estaban en Lakí­s, en el que les ofrecí­a pagar el tributo que
Senaquerib impusiera. (2Re 18:13, 14.) La captura de Lakí­s por parte de
Senaquerib se presenta en un friso, donde aparece sentado sobre un
trono ante la ciudad vencida, aceptando los despojos que le llevaban de
aquella ciudad mientras se torturaba a algunos de los cautivos.

El relato bí­blico no indica si se liberó al rey Padi, en caso de que en
realidad fuese un cautivo de Ezequí­as, pero muestra que este pagó el
tributo de 300 talentos de plata (c. 1.982.000 dólares [E.U.A.]) y 30
talentos de oro (c. 11.560.000 dólares [E.U.A.]) que pidió Senaquerib.
(2Re 18:14-16.) Sin embargo, Senaquerib envió un comité de tres
oficiales para pedir al rey y al pueblo de Jerusalén que capitularan y
con el tiempo se sometieran a ser enviados al exilio. El mensaje asirio
despreciaba de manera particular la confianza de Ezequí­as en Jehová.
Mediante su vocero, Senaquerib alardeó, diciendo que Jehová serí­a tan
impotente como los dioses de los paí­ses que ya habí­an caí­do ante el
poder asirio. (2Re 18:17-35.)

El comité asirio regresó a Senaquerib, quien a la sazón estaba luchando
contra Libná, y se oyó decir †œrespecto a Tirhaqá el rey de Etiopí­a:
†˜Mira que ha salido a pelear contra ti†™†. (2Re 19:8, 9.) Las
inscripciones de Senaquerib hablan de una batalla en †œElteqeh† (c. 15
Km. al NNO. de Eqrón), en la que afirma haber derrotado un ejército
egipcio y las fuerzas del †œrey de Etiopí­a†. Luego narra su conquista
de Eqrón y cómo volvió a poner en el trono al liberado Padi. (La
Sabidurí­a del Antiguo Oriente, pág. 236.)


Jehová derrota al ejército de Senaquerib. En cuanto a Jerusalén,
aunque Senaquerib habí­a enviado cartas amenazadoras advirtiendo a
Ezequí­as que no habí­a desistido de su determinación de tomar la
capital de Judá (Isa 37:9-20), el registro muestra que los asirios ni
siquiera †œ[dispararon] allí­ una flecha†, †œni [alzaron] contra ella
cerco de sitiar†. Jehová, de quien Senaquerib se habí­a mofado, envió
un ángel, que en una noche derribó a †œciento ochenta y cinco mil
hombres en el campamento de los asirios†, lo que obligó a Senaquerib a
regresar †œcon rostro avergonzado a su propio paí­s†. (Isa 37:33-37;
2Cr 32:21.)

Las inscripciones de Senaquerib no mencionan nada respecto al desastre
que sufrieron sus fuerzas. Pero, como comenta el profesor Jack Finegan,
†œen vista del tono jactancioso que impregna habitualmente las
inscripciones de los soberanos asirios, […] difí­cilmente cabrí­a
esperar que Senaquerib registrara tal derrota† (Light From the Ancient
Past, 1959, pág. 213). No obstante, llama la atención la versión que
Senaquerib presenta del asunto, según se halla inscrita en lo que se
conoce como el Prisma de Senaquerib, conservado en el Instituto Oriental
de la universidad de Chicago. Dice en parte: †œEn cuanto a Ezequí­as el
Judí­o, no se sometió a mi yugo. Puse sitio a 46 de sus ciudades
fuertes, baluartes e innumerables aldehuelas de sus inmediaciones, y
(las) conquisté mediante terraplenes bien construidos y arietes
acercados (a los muros), (combinados con) el ataque de infantes, y
(usando) minas, brechas y trabajo de zapa. Saqué (de ellas) 200150
personas, jóvenes y ancianos, varones y hembras, caballos, mulas, asnos,
camellos, ganado mayor y menor sin cuento, y (los) consideré botí­n. A
él mismo [Ezequí­as] hice prisionero en Jerusalén, su residencia real,
como a un pájaro en una jaula. […] Las ciudades que habí­a pasado a saco
desgajé de su paí­s y las entregué a Mitinti, rey de Ašdod, a Padi, rey
de Eqrón, y a Sillibel, rey de Gaza. […] El propio Ezequí­as […] me
envió más tarde a Ní­nive, mi ciudad señorial, además de 30 talentos de
oro, 800 talentos de plata, piedras preciosas, antimonio, grandes
bloques de piedra roja, lechos (ataraceados) con marfil, sillas nimedu
(ataraceadas) con marfil, cueros de elefante, madera de ébano, madera de
boj (y) toda clase de valiosos tesoros, sus hijas, concubinas, músicos y
músicas. Para entregar el tributo y rendir obediencia como un esclavo
envió su mensajero (personal)†. (La Sabidurí­a del Antiguo Oriente,
págs. 236, 237.)

Aunque esta jactanciosa versión aumenta en gran manera la cantidad de
talentos de plata enviados —pues en lugar de 300 dice 800—, y debe hacer
lo mismo con otros detalles del tributo pagado, en otros aspectos
confirma de manera extraordinaria el registro bí­blico y muestra que
Senaquerib no afirmó que habí­a tomado Jerusalén. Deberí­a notarse, sin
embargo, que Senaquerib presenta el asunto del pago del tributo de
Ezequí­as como posterior al sitio de Jerusalén, mientras que el relato
bí­blico muestra que fue anterior. Sobre la probable razón para esta
inversión en el orden de los sucesos, nótese la observación que hace
Funk and Wagnalls New Standard Bible Dictionary (1936, pág. 829): †œEl
final de esta campaña de S[enaquerib] está velado en la oscuridad. Lo
que hizo después de capturar Eqrón […] todaví­a es un misterio. En sus
anales, S[enaquerib] sitúa en estos momentos el castigo que infligió a
Ezequí­as, su incursión en el territorio de Judá, y su reparto del
territorio y las ciudades de Judá. Este orden en los acontecimientos
parece un velo para cubrir algo que no desea mencionar†. El registro
bí­blico muestra que Senaquerib volvió rápidamente a Ní­nive después de
lo que Dios hizo con sus tropas, así­ que el relato invertido de
Senaquerib sitúa de manera conveniente el tributo de Ezequí­as como si
se lo hubiera pagado por medio de un mensajero especial en Ní­nive.
Ciertamente es significativo que las inscripciones antiguas y los
registros no hablen de campañas posteriores de Senaquerib en Palestina,
aunque los historiadores afirman que siguió reinando otros veinte años.

El historiador judí­o del siglo I E.C., Josefo, dice citar de Beroso,
historiador babilonio (posiblemente del siglo III a. E.C.), cuando
escribe: †œSenaquerib, de la expedición de Egipto regresó a Jerusalén,
donde encontró a las tropas comandadas por Rapsaces en gran peligro por
la peste. Dios les envió una enfermedad que, en la primera noche en que
sitiaron a la ciudad mató a ciento ochenta mil soldados, con sus
capitanes y centuriones† (Antigüedades Judí­as, libro X, cap. I, sec.
5). Algunos comentaristas intentan explicar el desastre refiriéndose a
un relato de Heródoto (Historia, II, 141), del siglo V a. E.C., en el
que cuenta que sobre el campamento asirio †œcayó durante la noche un
tropel de ratones campestres que royeron sus aljabas, sus arcos y,
asimismo, los brazales de sus escudos†, lo que los incapacitó para la
invasión de Egipto. Este relato obviamente no coincide con el registro
bí­blico, ni tampoco armoniza con las inscripciones asirias. No
obstante, los relatos de Beroso y Heródoto reflejan el hecho de que las
fuerzas de Senaquerib sufrieron una repentina calamidad en esta campaña.

Sin embargo las dificultades de Senaquerib no habí­an terminado, pues
cuando regresó a Asiria, tuvo que aplacar otra revuelta en Babilonia
provocada por Merodac-baladán. Esta vez Senaquerib colocó a su propio
hijo Asurnadinsumi como rey de Babilonia. Seis años más tarde, se
embarcó en una campaña contra los elamitas, pero estos pronto se
vengaron invadiendo Mesopotamia. Capturaron a Asurnadinsumi y colocaron a
su propio rey en el trono de Babilonia. Siguieron varios años de lucha
por el control de la región, hasta que finalmente Senaquerib, airado, se
vengó de Babilonia arrasándola, una acción sin precedente en vista de
que en toda Mesopotamia se consideraba a Babilonia una †œciudad santa†.
Al parecer, los restantes años del reinado de Senaquerib no tuvieron
mayores incidentes.

Se cree que la muerte de Senaquerib aconteció unos veinte años después
de su campaña contra Jerusalén. Este dato depende de los registros
asirios y babilonios, y su confiabilidad es dudosa. De todos modos,
deberí­a notarse que el relato bí­blico no dice que la muerte de
Senaquerib se produjese tan pronto como regresó a Ní­nive. †œMás tarde
entró en la casa de su dios† Nisroc, y sus hijos, Adramélec y Sarézer,
†œlo derribaron a espada†, y escaparon a la tierra de Ararat. (2Cr
32:21; Isa 37:37, 38.) Una inscripción de su hijo y sucesor, Esar-hadón,
confirma esta declaración. (Ancient Records of Assyria and Babylonia,
de D. Luckenbill, 1927, vol. 2, págs. 200, 201; véase ESAR-HADí“N.)


Edificación. El Imperio asirio, por consiguiente, no experimentó
ninguna expansión particular bajo Senaquerib. Sin embargo, este monarca
llevó a cabo un ambicioso proyecto de edificación en Ní­nive, ciudad a
la que devolvió la capitalidad. El inmenso palacio que erigió en ella
era un complejo de salones, patios y cuartos lujosos que abarcaban una
zona de unos 450 m. de longitud por unos 210 m. de anchura. Introdujo en
la ciudad agua que provení­a de 48 Km. de distancia, construyendo un
acueducto sobre el rí­o Gómer conocido como el acueducto Jerwan. Sus
aguas se utilizaron para el riego de jardines y parques, así­ como para
llenar la fosa que rodeaba la ciudad, y de este modo reforzó sus
defensas.


Fuente: Diccionario de la Biblia


Senaquerib (heb. sanḥêrı̂b [aunque posiblemente se deba pronunciar śnhrı̂b como en los papiros arm.; JSS 21, 1976, pp. 9]; as. Sin-aḫḫē-eriba, ‘Sin [dios-luna] ha aumentado los hermanos’) gobernó Asiria en 705–681 a.C. Cuando su padre, a quien había servido como gobernador de la frontera N, fue asesinado, Senaquerib marchó primero a Babilonia, donde Marduk-apla-iddina II (* Merodac-Baladán)
se había rebelado. Había expulsado a un candidato local
Marduk-zakir-sum en 703 a.C. y se encontraba reclutando apoyo contra
Asiria. Probablemente fue en esa época aproximadamente que
Merodac-baladín mandó emisarios a Ezequías de Judá (2 R. 20.12–19; Is.
39). A fines del 702 a.C. Senaquerib derrotó a los caldeos y sus aliados
elamitas y árabes en batallas en Cuta y en Kis. Luego fue bien recibido
en Babilonia, donde puso a Bel-ibni en el trono. Los asirios saquearon
Bit-yakin y regresaron a Nínive con muchos prisioneros, aunque
Merodac-baladán mismo escapó a Elam.
Senaquerib
tuvo pocas dificultades para controlar la frontera N, zona que le
resultaba muy conocida desde la época en que fue príncipe heredero.
Después de una serie de incursiones contra los pueblos montañeses en el E arremetió contra el O, donde una coalición antiasiria, apoyada por Egipto, estaba adquiriendo poder.
El líder, Ezequías de Judá, había apresado a Padi, el gobernador
proasirio de Ecrón (2 R. 18.8), había fortalecido las fortificaciones y
mejorado los suministros de agua de Jerusalén mediante la construcción
del túnel de *Siloé (2 R. 20.20), y había pedido ayuda a Egipto (Is.
30.1–4).
La
tercera campaña de Senaquerib en el año 14 (701 a.C.) de Ezequías
estuvo dirigida contra esta coalición. Primero marchó por la costa
fenicia, capturando Sidón la grande y la pequeña, Sarepta, Mahalliba (* Ahlab),
Usu, Aczib y Aco, pero sin intentar sitiar Tiro. Remplazó a Luli
(Eluleo), rey de Sidón, quien huyó y murió en el exilio, por Etbaal
(Tubaal). Los reyes de Sidón, Arvad, Biblos, Bet-amón, Moab y Edom se
sometieron, pero Ascalón se negó y, con sus ciudades vecinas, entre las
que se encontraban Bet-dagón y Jope, fue despojado. Senaquerib afirma
haber marchado a Elteque, donde derrotó a un ejército egipcio. Luego
mató a los nobles de Ecrón por haber entregado a Padi a Ezequías, y
mandó destacamentos a destruir 46 ciudades amuralladas y muchas aldeas
en Judá, de los que se llevó 200.150 personas y mucho botín. Él mismo
tomó parte en el sitio y capturó Laquis, y en los relieves del palacio
aparece examinando el botín. Desde allí mandó oficiales a exigir la
rendición de Jerusalén (2 Cr. 32.9).
En
el relato que Senaquerib mismo hizo de esta campaña afirma que le
exigió tributo a Ezequías (Anales) y describe la forma en que sitió a
“Ezequías el judío … lo encerré como un pájaro enjaulado dentro de su
capital real, Jerusalén. Coloqué puestos de observación alrededor de la
ciudad y entregué a su destino cualquiera que saliese por la puerta de
la ciudad” (prisma de Taylor, MB).
Ezequías pagó tributo a los asirios (2 R. 18.13–16; Is. 36.1s), tributo
que posteriormente fue enviado a Nínive (prisma de Taylor, fechado 691
a.C.), y liberó a Padi, a quien se entregaron luego algunos de los
territorios anteriormente pertenecientes a Judea.
El
relato de Senaquerib no hace ninguna mención de la conclusión del sitio
(cf. 2 R. 19.32–34) o de la derrota del ejército asirio por mano del
Señor, tal vez mediante una plaga (v.
35) descrita por Herodoto (2.141) como “una multitud de ratones del
campo que de noche devoraron todas las aljabas y flechas del enemigo, y
todas las correas mediante las cuales sostenían sus yelmos… a
la mañana siguiente comenzaron la lucha y grandes cantidades de ellos
cayeron porque no tenían armas con las cuales defenderse”.
La
mayoría de los estudiosos sostiene que la mención del avance de las
fuerzas egipcias bajo *Tirhaca (2 R. 19.9; Is. 37.9) es un anacronismo
(pero véase K. A. Kitchen, Third Intermediate Period in Egypt,
1972). Más aun, considera que 2 R. 19.37 supone que la muerte de
Senaquerib ocurrió poco después de su regreso a Nínive. Por lo tanto
postula una segunda campaña asiria contra Jerusalén, sin éxito, quizá
después del ataque a los árabes en 689–686 a.C. Ni los anales asirios
existentes ni las crónicas babilónicas mencionan dicha campaña, y los
vv. 36s no indican necesariamente el lapso de tiempo entre el regreso de
Senaquerib de Palestina y su muerte en 681 a.C., el que debe haber sido
de varios años, cualquiera sea la interpretación. De modo que la teoría
de una sola campaña en 701 a.C. puede sostenerse todavía
razonablemente.
En
700 a.C. los asirios marcharon una vez más a Babilonia, donde Bel-ibni
se había rebelado. Senaquerib colocó a su propio hijo, Assur-nadin-sum,
en el trono, el que gobernó hasta que fue capturado por los elamitas. En
la serie de campañas que siguieron, Senaquerib combatió a los elamitas,
y en 694 montó una expedición naval a través del golfo Pérsico contra
los que habían dado asilo a Merodac-baladán. Erec fue capturada y,
finalmente, Babilonia fue saqueada en 689 a.C. En otras fronteras
Senaquerib invadió Cilicia y capturó Tarso, incursionando también contra
los árabes al S y al E de Damasco.
En
su propia tierra Senaquerib fue ayudado por su enérgica esposa semita,
Naqia-Zakutu, en la reconstrucción de Nínive, donde construyó un
“palacio sin rival”, un arsenal, nuevos muros y puertas para la ciudad.
Proveyendo una nueva fuente de suministro de agua desde el río Gomel
(Bavian), conducida por un acueducto (Jeruán) hasta un dique (Ajeila) al
E de la metrópoli, le fue posible regar parques y grandes extensiones
de tierra, como también mejorar las defensas naturales de Nínive
formadas por los ríos Tigris y Khosr.
También edificó extensamente en Asur y Kakzi e introdujo muchos adelantos tecnológicos.
Senaquerib
fue asesinado por sus hijos mientras adoraba en el templo de Nisroc (2
R. 19.37). La huida de los hijos, posiblemente *Adramdlec y *Sarezer,
podría estar reflejada en un relato de los disturbios que siguieron a su
muerte en diciembre de 681 a.C. hecho por su hijo menor Esar-hadón, que
había sido elegido príncipe heredero en 687 a.C., y que entonces
sucedió al trono (v. 37). Hay poco apoyo para la teoría de que
Esar-hadón es el “hijo” no identificado por nombre que se menciona como
asesino en la Crónica babilónica, o que la muerte ocurrió en Babilonia.
Bibliografía. S. Herrmann, Historia de Israel, 1979, pp. 329–335; G. E. Wright, Arqueología bíblica, 1975, pp. 239–251.
D. D. Luckenbill, The Annals of Sennacherib, 1924; D. J. Wiseman en DOTT, pp. 64–73.
D.J.W.
Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.
Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico








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