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LOS ELAMITAS EN MESOPOTAMIA
INTRODUCCIÓN
A lo largo de las últimas entradas hemos visto como todos los
territorios situados al oeste del río Éufrates (principalmente, la
franja siropalestina y la península de Anatolia), sufrían las
consecuencias de la fuerte crisis del siglo XII a.C. y la consiguiente
reestructuración. En Mesopotamia, desde mediados del siglo XIV a.C., se
había establecido una relación triangular entre el reino de la Babilonia
casita, el reino medio de Asiria y el reino medio de Elam. Esta
relación se caracterizó por los rápidos y sucesivos cambios en el papel
hegemónico de una u otra potencial, teniendo Babilonia el papel más
difícil de afrontar teniendo en cuenta su situación geográfica entre los
otros dos Estados.
LAS CONQUISTAS DE SHUTRUK-NAKHUNTE
Este juego a tres prosigue tras la crisis del 1200 a.C., ya que sus
protagonistas no se ven muy afectados por lo que sucede en el oeste. De
las tres potencias, Elam era el que menos afectado estaba por la
influencia occidental, así que no es extraño comprobar que se aprovechó
del deterioro político de Asiria y Babilonia (debido a las luchas
sucesorias de Tukulti-Ninurta y los últimos reyes casitas) para
conseguir sus más altas cotas de poder. En Elam, una dinastía
probablemente nueva trasladó la capital a Susa y adoptó como guía del
reino al dios de Susa, In-Shushinak. El famoso rey elamita
Shutruk-Nakhunte (aprox. 1170-1155 a.C.) reforzó considerablemente el
reino en toda su extensión, desde las costas del golfo Pérsico hasta los
confines de Mesopotamia. Además, concentró la mayor parte de los
monumentos a reyes elamitas del pasado en la renovada capital de Susa,
queriendo demostrar dos cosas: la continuidad dinástica e interdinástica
y la cohesión geográfica del reino.
Como ya vimos en entradas anteriores, la victoriosa expedición del
rey asirio Ashur-dan contra Babilonia, así como la consiguiente caída de
la dinastía casita, proporcionaron al elamita Shutruk-Nakhunte el
escenario más apropiado para intervenir en Mesopotamia. La profundidad
de su intervención la podemos conocer gracias a la inscripción triunfal
que mandó hacer, en la cual encontramos los lugares de procedencia de
los monumentos que los elamitas se llevan a Susa como botín de saqueo.
Por lo que conocemos, el rey elamita recorrió primero las zonas situadas
al este del río Tigris, en particular el valle del río Diyala, para
recorrer después el oeste, atravesando el Tigris y adentrándose en el
norte de Babilonia, y finalizar hacia el sur hasta el puro centro de
Babilonia. Tras esta conquista, dejó a su hijo Kutir-Nakhunte (aprox.
1155-1140 a.C.) como gobernante de Babilonia y regresó a Susa con un
gran botín de monumentos históricos, incluyendo la estela de la victoria
de Naram-Sin o el código de Hammurabi.
EL MÁXIMO APOGEO DE ELAM
La estancia de Kutir-Nakhunte en Babilonia no fue fácil. En el sur de
Mesopotamia se formó un nuevo reino con capital en Isin, luchando
contra los elamitas durante tres años y causando grandes destrucciones
que se saldaron con la victoria de Elam y el “destierro” a Susa de las
imágenes de culto a los dioses Marduk e Innana. A la muerte de su padre,
Kutir-Nakhunte volvió a Susa para ser coronado rey de Elam, dejando un
gobernador en Babilonia, que ha quedado reducida a un Estado vasallo
pero aun rebelde. En Susa, el nuevo rey se dedicó sobre todo a labores
arquitectónicas, mandando edificar y restaurar templos en la capital y
en ciudades periféricas.
A éste le sucedió su hermano Shilkhak-In-Shushinak (aprox. 1140-1120
a.C.), con el que Elam llegó a su máximo apogeo territorial y cultural.
Este rey va a llevar a cabo una serie de campañas que conocemos en sus
inscripciones triunfales, y, aunque desconocemos muchas de las ciudades
citadas, lo que queda claro es que su expansión se dirigía hacia el
oeste. Por lo que sabemos, conquistó toda la franja de territorio
comprendida entre los montes Zagros y el curso del Tigris, haciendo que
Asiria se reduciera a su mínima expansión. Esta era ahora la máxima
extensión territorial jamás alcanzada por el reino elamita, que también
dominaba los territorios orientales, hasta el litoral del golfo Pérsico y
los desierto del centro de Irán. De hecho, sólo quedaron sin conquistar
Asiria y este reducto de la resistencia en el sur de Mesopotamia, con
la II Dinastía de Isin. El apogeo que ahora mismo vive Elam queda
reflejado en la intensa actividad edificadora de Shilkhak-In-Shushinak,
sobre todo en Susa. Los templos de Ninkhursag e In-Shusinak fueron
reconstruidos y ampliados, y se supone que lo mismo pasó con otros
templos de la capital y las demás ciudades elamitas.
EL DECLIVE ELAMITA
Sin embargo, este auge va a durar bien poco, ya que el hijo y sucesor
del gran Shilkhak-In-Shushinak, Kutelutush-In-Shushinak, vio cómo se
reducía claramente su territorio, al menos por el lado mesopotámico,
donde el panorama internacional había cambiado radicalmente. Asiria con
el rey Ashur-resh-ishi (aprox. 1132-1115 a.C.) y la II dinastía de Isin
con Nabucodonosor I (aprox. 1125-1104 a.C.) tomaron la iniciativa y
recuperaron totalmente sus antiguos territorios. El resurgimiento de
Asiria y su reconquista territorial no lo conocemos bien, ya que no
contamos con muchas fuentes de conocimiento, pero lo que sí sabemos es
que sólo afectó a territorios marginales para Elam. En cambio, la
revancha babilonia fue mucho peor, ya que llegó al corazón mismo del
Estado elamita. Un primer ataque de Nabucodonosor provocó una reacción
eficaz por parte de Elam, pero fue la señal de que estábamos en un
momento de no retorno. Ya con su segundo ataque, Nabucodonosor llegó
hasta la capital elamita, Susa, glorificando aun más su victoria al
recuperar las imágenes de culto y los demás botines robados. Las
principales consecuencias de esto fueron que se demostró el poder de la
nueva dinastía de Babilonia, y que Elam perdería la capacidad para
influir en los acontecimientos políticos de Mesopotamia.
A lo largo de las últimas entradas hemos visto como todos los
territorios situados al oeste del río Éufrates (principalmente, la
franja siropalestina y la península de Anatolia), sufrían las
consecuencias de la fuerte crisis del siglo XII a.C. y la consiguiente
reestructuración. En Mesopotamia, desde mediados del siglo XIV a.C., se
había establecido una relación triangular entre el reino de la Babilonia
casita, el reino medio de Asiria y el reino medio de Elam. Esta
relación se caracterizó por los rápidos y sucesivos cambios en el papel
hegemónico de una u otra potencial, teniendo Babilonia el papel más
difícil de afrontar teniendo en cuenta su situación geográfica entre los
otros dos Estados.
LAS CONQUISTAS DE SHUTRUK-NAKHUNTE
Este juego a tres prosigue tras la crisis del 1200 a.C., ya que sus
protagonistas no se ven muy afectados por lo que sucede en el oeste. De
las tres potencias, Elam era el que menos afectado estaba por la
influencia occidental, así que no es extraño comprobar que se aprovechó
del deterioro político de Asiria y Babilonia (debido a las luchas
sucesorias de Tukulti-Ninurta y los últimos reyes casitas) para
conseguir sus más altas cotas de poder. En Elam, una dinastía
probablemente nueva trasladó la capital a Susa y adoptó como guía del
reino al dios de Susa, In-Shushinak. El famoso rey elamita
Shutruk-Nakhunte (aprox. 1170-1155 a.C.) reforzó considerablemente el
reino en toda su extensión, desde las costas del golfo Pérsico hasta los
confines de Mesopotamia. Además, concentró la mayor parte de los
monumentos a reyes elamitas del pasado en la renovada capital de Susa,
queriendo demostrar dos cosas: la continuidad dinástica e interdinástica
y la cohesión geográfica del reino.

Mapa aproximado de la extensión de Elam en torno al 2000 a.C., varios siglos antes de su máxima expansión
rey asirio Ashur-dan contra Babilonia, así como la consiguiente caída de
la dinastía casita, proporcionaron al elamita Shutruk-Nakhunte el
escenario más apropiado para intervenir en Mesopotamia. La profundidad
de su intervención la podemos conocer gracias a la inscripción triunfal
que mandó hacer, en la cual encontramos los lugares de procedencia de
los monumentos que los elamitas se llevan a Susa como botín de saqueo.
Por lo que conocemos, el rey elamita recorrió primero las zonas situadas
al este del río Tigris, en particular el valle del río Diyala, para
recorrer después el oeste, atravesando el Tigris y adentrándose en el
norte de Babilonia, y finalizar hacia el sur hasta el puro centro de
Babilonia. Tras esta conquista, dejó a su hijo Kutir-Nakhunte (aprox.
1155-1140 a.C.) como gobernante de Babilonia y regresó a Susa con un
gran botín de monumentos históricos, incluyendo la estela de la victoria
de Naram-Sin o el código de Hammurabi.
EL MÁXIMO APOGEO DE ELAM
La estancia de Kutir-Nakhunte en Babilonia no fue fácil. En el sur de
Mesopotamia se formó un nuevo reino con capital en Isin, luchando
contra los elamitas durante tres años y causando grandes destrucciones
que se saldaron con la victoria de Elam y el “destierro” a Susa de las
imágenes de culto a los dioses Marduk e Innana. A la muerte de su padre,
Kutir-Nakhunte volvió a Susa para ser coronado rey de Elam, dejando un
gobernador en Babilonia, que ha quedado reducida a un Estado vasallo
pero aun rebelde. En Susa, el nuevo rey se dedicó sobre todo a labores
arquitectónicas, mandando edificar y restaurar templos en la capital y
en ciudades periféricas.
A éste le sucedió su hermano Shilkhak-In-Shushinak (aprox. 1140-1120
a.C.), con el que Elam llegó a su máximo apogeo territorial y cultural.
Este rey va a llevar a cabo una serie de campañas que conocemos en sus
inscripciones triunfales, y, aunque desconocemos muchas de las ciudades
citadas, lo que queda claro es que su expansión se dirigía hacia el
oeste. Por lo que sabemos, conquistó toda la franja de territorio
comprendida entre los montes Zagros y el curso del Tigris, haciendo que
Asiria se reduciera a su mínima expansión. Esta era ahora la máxima
extensión territorial jamás alcanzada por el reino elamita, que también
dominaba los territorios orientales, hasta el litoral del golfo Pérsico y
los desierto del centro de Irán. De hecho, sólo quedaron sin conquistar
Asiria y este reducto de la resistencia en el sur de Mesopotamia, con
la II Dinastía de Isin. El apogeo que ahora mismo vive Elam queda
reflejado en la intensa actividad edificadora de Shilkhak-In-Shushinak,
sobre todo en Susa. Los templos de Ninkhursag e In-Shusinak fueron
reconstruidos y ampliados, y se supone que lo mismo pasó con otros
templos de la capital y las demás ciudades elamitas.
EL DECLIVE ELAMITA
Sin embargo, este auge va a durar bien poco, ya que el hijo y sucesor
del gran Shilkhak-In-Shushinak, Kutelutush-In-Shushinak, vio cómo se
reducía claramente su territorio, al menos por el lado mesopotámico,
donde el panorama internacional había cambiado radicalmente. Asiria con
el rey Ashur-resh-ishi (aprox. 1132-1115 a.C.) y la II dinastía de Isin
con Nabucodonosor I (aprox. 1125-1104 a.C.) tomaron la iniciativa y
recuperaron totalmente sus antiguos territorios. El resurgimiento de
Asiria y su reconquista territorial no lo conocemos bien, ya que no
contamos con muchas fuentes de conocimiento, pero lo que sí sabemos es
que sólo afectó a territorios marginales para Elam. En cambio, la
revancha babilonia fue mucho peor, ya que llegó al corazón mismo del
Estado elamita. Un primer ataque de Nabucodonosor provocó una reacción
eficaz por parte de Elam, pero fue la señal de que estábamos en un
momento de no retorno. Ya con su segundo ataque, Nabucodonosor llegó
hasta la capital elamita, Susa, glorificando aun más su victoria al
recuperar las imágenes de culto y los demás botines robados. Las
principales consecuencias de esto fueron que se demostró el poder de la
nueva dinastía de Babilonia, y que Elam perdería la capacidad para
influir en los acontecimientos políticos de Mesopotamia.
3 comentarios el “LOS ELAMITAS EN MESOPOTAMIA”
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interesantes, es información difícil de encontrar, toda la historia de
estos pueblos llama mi atención.
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