lunes, 23 de enero de 2017

Estudio bíblico de Isaías 38:1-39:8

Estudio bíblico de Isaías 38:1-39:8








Estudio bíblico de Isaías 38:1-39:8

Isaías 38 y 39

Regresamos hoy, amigo oyente, al Libro profético de
Isaías. Y llegamos ahora al capítulo 38, y aquí leemos acerca de la
enfermedad del rey Ezequías, así como de su oración y sanidad. Debemos
recordar que mientras el rey se encontraba acosado por el peligro del
ejército Asirio, estaba gravemente enfermo. Su liberación de la muerte
debe haber tenido lugar antes de la destrucción del ejército Asirio.
Ezequías reinó durante 29 años. Reinó por 15 años después de su sanidad,
de manera que su enfermedad tuvo lugar en el año 14 de su reinado, y se
nos dice que Senaquerib vino contra Jerusalén en el año 14 del reinado
de Ezequías (ver Isaías 36:1). Así que todo esto sucedió en el mismo
año; nos referimos a la enfermedad de Ezequías y al sitio de Jerusalén
por parte de los Asirios.

Leamos entonces el versículo 1 de este capítulo 38 de Isaías, que encabeza el párrafo que nos expone:

La enfermedad de Ezequías cuando se le dijo que iba a morir

"En aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y el
profeta Isaías hijo de Amoz, vino a él y le dijo: Esto dice el Señor:
Ordena los asuntos de tu casa, porque vas a morir. Ya no vivirás."

Es interesante ver la forma en que comienza este
capítulo. Hemos mencionado que la expresión "en aquel día" es una
expresión técnica que nos habla de los días de la tribulación y del
reino. Este versículo no comienza diciendo "en aquel día" sino diciendo
"en aquellos días". ¿A qué días se refería Isaías? Estaba hablando de
aquellos días en los que vivió Ezequías. Él estaba enfermo de muerte. Le
había aparecido una llaga en su cuerpo y su estado era de extrema
gravedad. Y además, estaba siendo acosado por los Asirios. Algunos creen
que la llaga de Ezequías era cáncer, lepra o una enfermedad similar. En
cualquier caso, se trataba de una enfermedad terminal, así que la hora
de su muerte había llegado.

La sentencia de muerte le fue comunicada a Ezequías
por Isaías. Ahora, es cierto que sobre cada uno de nosotros pesa una
sentencia de muerte, aunque no sabemos el día ni la hora en que se
cumplirá. Pero, como dice Hebreos 9:27, que "está establecido para los
hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio",. Ésta es
una fecha divina. Si cada uno de nosotros supiera el momento exacto,
nuestro estilo de vida cambiaría.

El Dr. McGee dijo que cuando él tuvo su experiencia
con la enfermedad del cáncer, y cuando su médico le informó francamente
que él pensaba que sólo le quedaban unos tres meses de vida, fue
consciente de cómo ciertas cosas perdían repentinamente su importancia.
Una de esas cosas fue su casa, y pensó que sólo viviría en ella unas
pocas semanas más, así que perdió la importancia que él le daba. Pero el
lugar al cual él iba a ir se convirtió en algo importante. Pero Dios,
por cierto, tenía otros planes para él, por lo cual él se sentía muy
agradecido. Y le daba gracias a Dios por cada nuevo día que el Señor le
concedía.

Ahora, ¿qué fue lo que hizo este hombre Ezequías, al ser confrontado con la muerte? Leamos el versículo 2:

"Entonces volvió Ezequías su rostro a la pared e hizo oración al Señor"

Ya hemos visto anteriormente a Ezequías en oración
cuando expuso la carta del rey Asirio Senaquerib ante en Señor.
Continuemos leyendo el versículo 3:

"Y dijo: Señor, te ruego que recuerdes ahora que he
andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón, y que he hecho lo
que ha sido agradable delante de tus ojos. Y lloró Ezequías
amargamente."

En una ocasión como ésta es lógico que un hombre
llore. El autor de estos estudios manifestó que él lloró cuando se
enteró que iba a morir. Pero Ezequías también oró basándose en lo que
había sido su vida. Este hombre tenía una buena reputación ante Dios y
en aquellos tiempos, bajo la ley de Moisés, ésta era una forma apropiada
de actuar. El segundo libro de los Reyes, capítulo 18, versículo 5, nos
dijo de Ezequías: "En el Señor, Dios de Israel, puso su esperanza.
Entre todos los reyes de Judá no hubo otro como él, antes ni después".
Ezequías fue un hombre sobresaliente. Y no estaba presumiendo cuando oró
de esa manera.

Leamos ahora los versículos 4 y 5, donde el rey recibió:

La promesa de sanidad - el milagro del reloj de sol

"Entonces vino palabra del Señor a Isaías, diciendo:
Ve y dile a Ezequías: El Señor, Dios de tu padre David, dice así: He
oído tu oración y he visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días
quince años."

Dios escuchó y respondió a su oración, y prolongó su
vida quince años más. Lo hizo, no por causa de Ezequías, sino por causa
de David.

Bueno, ésa no es la base sobre la cual Dios escucha y
contesta nuestras oraciones en el presente. Nuestras oraciones son
escuchadas por causa del hijo más importante de David, el Señor
Jesucristo. él dijo lo siguiente en el capítulo 16, del evangelio
según San Juan, versículos 23 y 24: "En aquel día no me preguntaréis
nada. De cierto, de cierto os digo que todo cuanto pidáis al Padre en
mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre;
pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido". En el día de
hoy usted y yo podemos acudir a Dios con nuestro pedido en el nombre de
Cristo. Orar en el nombre de Cristo quiere decir que usted está unido a
Cristo, y que usted está orando para que Su voluntad sea hecha.
Significa que nuestro pedido es para agradarle a Él. A veces Él sanará y
otras veces no lo hará. Dios es el que decide. Leamos ahora el
versículo 6 de este capítulo 38 de Isaías:

"Te libraré, a ti y a esta ciudad, de manos del rey de Asiria; y a esta ciudad ampararé."

Dios unió la liberación de la ciudad de Jerusalén
con la liberación de Ezequías de la muerte. Es decir que la respuesta
de Dios a un pedido del creyente, le anima a éste porque también
responderá a otros pedidos. Continuemos leyendo los versículos 7 y 8:

"Esto te será por señal de parte del Señor, que el
Señor hará esto que ha dicho: He aquí, yo haré regresar la sombra diez
grados más de los grados que ya ha descendido en el reloj de Acaz. Y
volvió el sol diez grados atrás, sobre los cuales ya había descendido."

En aquel día Dios le dio a Ezequías una señal, que
indicaba que Él respondería su oración. Otra versión traduce este
versículo de la siguiente manera: "Haré que en la escalera de Acaz la
sombra del sol retroceda las diez gradas que ya ha bajado. Y la luz del
sol retrocedió las diez gradas que ya había bajado". La palabra "grados"
también puede traducirse como "gradas" o peldaños de una escalera. Un
investigador Bíblico escribió lo siguiente: "Podemos transportarnos con
el espíritu al palacio de Ezequías, y a su habitación privada. Allí yace
el rey postrado en su lecho, pero con su rostro ya no se haya dirigido
hacia la pared, sino que la alegría y la esperanza brillan en sus ojos a
medida que mira por la ventana hacia los jardines, en medio de los
cuales, en un lugar prominente se destaca un obelisco, o una columna,
con una sería de escalones que ascienden hacia ella, y al menos diez de
ellos se encuentran en la sombra de la columna; porque la luz del sol ha
descendido tanto como para arrojar la sombra sobre ese número de
escalones. Pero al mirar otra vez ve que los escalones que una vez
estuvieron bajo la sombra están ahora bajo la luz brillante del sol. Y
ésta era la señal que el rey había pedido".

Leamos ahora el versículo 9, que presenta el:

Poema de alabanza de Ezequías

"Escrito de Ezequías, rey de Judá, de cuando enfermó y sanó de su enfermedad"

Los versículos siguientes constituyen una buena
tesis sobre la muerte, escrita por alguien que estaba muy cerca de ella.
Muchos creen que Ezequías compuso el Salmo 116 en esos días.

Ahora surge la pregunta: ¿Estuvo Ezequías acertado
al pedir a Dios que prolongara su vida? Continuemos leyendo el versículo
20 de Isaías 38:

"¡El Señor me salva! Por eso tocaremos nuestros instrumentos y cantaremos en la casa del Señor todos los días de nuestra vida."

En ese momento brotó la alabanza en el corazón de
Ezequías. Su canción de alabanza fue evidentemente preparada
musicalmente para ser interpretada.

Sin embargo, después de esta experiencia, Ezequías
se convirtió en un hombre orgulloso y arrogante. En el Segundo Libro de
Crónicas, que constituye el punto de vista de Dios sobre la historia, en
el capítulo 32, versículo 25 leemos lo siguiente: "Pero Ezequías no
correspondió al bien que le había sido hecho, sino que se enalteció su
corazón, por lo cual vino la ira contra él, contra Judá y Jerusalén".
Aquí tenemos evidencia del hecho de que quizá él no debía haber pedido
que se le prolongara la vida, porque ello dio entrada al orgullo en su
vida.

Después de haber experimentado un milagro como el de
Ezequías, existe el peligro de alejarse del Señor. Uno creería que tal
experiencia le acercaría más a Él, pero aunque no lo parezca, existe el
grave peligro de apartarse de Él.

¿Fue correcto por su parte pedirle a Dios que
prolongara su vida? ¿No tendría que haber aceptado su muerte cuando le
llegó la hora? Y hay otra razón que nos lleva a creer que él tendría que
haber muerto cuando se encontraba gravemente enfermo. Manasés, su hijo,
ascendió al trono cuando tenía solamente doce años de edad, lo cual
quiere decir que Manasés nació después de la enfermedad de Ezequías.
¿Qué podemos decir acerca de Manasés? Que él llegó a ser el peor rey
que tuvo cualquiera de los dos reinos. Consideramos a Manasés peor que
Acab y Jezabel juntos. Y creemos que fue durante su reino que se apartó
del pueblo la gloria Shekinah, símbolo de la presencia de Dios. Si no
se apartó durante su reinado, no encontramos ninguna razón para que se
apartara más tarde. Manasés se pareció mucho al Anticristo, el llamado
por San Pablo el "hombre de pecado", cuya aparición tendrá lugar en el
futuro.

En el próximo capítulo veremos que Ezequías se comportó de manera insensata después de su experiencia de sanidad.

Ahora, ¿cómo sanó Dios a Ezequías? ¿Le dijo a Isaías
que orara sobre él? ¿Puso el profeta sus manos sobre él con tanta
fuerza que éste cayó de espaldas? No, no ocurrió de esa manera. Notemos
lo que Isaías dijo que se debería hacer. Leamos el versículo 21:

"Y había dicho Isaías: Tomen una masa de higos y pónganla en la llaga, y sanará."

Santiago dijo que se podían hacer dos cosas. En su
capítulo 5:14, dijo que los ancianos de la iglesia podían ir y ungir a
la persona con aceite en el nombre del Señor, y ese ungimiento no era
ceremonial. Tenía, además, propiedades medicinales. Y los ancianos
tenían que orar por aquel que estaba enfermo. De estos dos casos, el de
Ezequías y el relatado por el apóstol Santiago, es apropiado deducir que
cuando uno está enfermo, en primer lugar debe orar y acudir al médico.
Dios espera que seamos sensatos. Y Dios, en su soberanía, actuará
utilizando los medios que Él quiera. Y ahora llegamos al:

Capítulo 39

Continúa hablando sobre Ezequías y Babilonia. La
transferencia del enemigo de Asiria a Babilonia es una de las
características destacadas de esta sección. En ese tiempo Babilonia era
una ciudad combatiente a orillas del río Éufrates, incapaz de vencer a
Asiria. Sin embargo, Babilonia habría de convertirse, en los tiempos de
predominio de los no judíos, en la gran cabeza de oro de la estatua
mencionada en el libro de Daniel. Y ese hecho hace de éste un capítulo
significativo.

Este capítulo revela el grave error de la vida de
Ezequías, así como su fragilidad humana y su debilidad. Es después de
la hora de un gran triunfo espiritual, cuando tienen lugar nuestras
peores derrotas.

Leamos el primer versículo de este capítulo 3 de Isaías, que comienza el relato de cuando:

Ezequías recibió a la embajada de Babilonia

"En aquel tiempo, Merodac-baladán hijo de Baladán,
rey de Babilonia, envió cartas y presentes a Ezequías, porque supo que
había estado enfermo y que se había restablecido."

Merodac-baladán, fue un personaje que para nosotros
carece de significado, aunque su nombre está lleno de significado.
Merodac significa el "rebelde" y baladán, significa: "No del Señor".
Detrás de este rey, como antepasado, por supuesto, estaba Nimrod,
fundador de Babilonia y Satanás, que es el verdadero rebelde contra
Dios, y el "dios de este mundo."

Estos embajadores trajeron una carta que halagó a Ezequías. Y en el versículo 2, del capítulo 39, leemos:

"Se regocijó con ellos Ezequías y les mostró la casa
de su tesoro: la plata y el oro, las especias, los ungüentos preciosos,
toda su casa de armas y todo lo que se hallaba en sus tesoros. No hubo
cosa en su casa y en todos sus dominios que Ezequías no les mostrara."

En ese momento Ezequías no había perdido muchas de
las riquezas que los reyes Salomón y David habían reunido. Y cometió el
error de mostrar a los visitantes el oro y la plata que poseía, porque
era inmensamente rico. En el Segundo Libro de Crónicas, capítulo 32,
versículo 27 y 28, se nos dice: "Ezequías tuvo riquezas y gloria, muchas
en gran manera; y adquirió tesoros de plata y oro, piedras preciosas,
perfumes, escudos, y toda clase de joyas deseables. Asimismo hizo
depósitos para las rentas del grano, del vino y del aceite, establos
para toda clase de bestias, y apriscos para los ganados."

Es interesante ver cómo recibió Ezequías a los
embajadores de Babilonia. Ellos le trajeron un regalo y una carta
deseándole que se mejorara de parte del rey. En vez de tomar esa carta y
abrirla ante el Señor, como había hecho con la carta enviada por los
Asirios, la puso a un lado. Ellos le habían halagado y así él otorgó a
los visitantes el trato de personas importantes. Les condujo en un
recorrido de la ciudad de Jerusalén. Salomón había acaparado el mercado
mundial del oro, y había hecho lo mismo con algunos otros productos.
Todo ello estaba guardado en Jerusalén. Ezequías, en su insensatez,
mostró a sus visitantes estas grandes riquezas, y ellos regresaron a su
rey, contándole lo que habían visto y diciéndole que cuando él se
encontrara lo suficientemente fuerte, podría obtener todo aquel oro,
plata y alhajas que necesitaría para mantener la guerra.

Ezequías, como ya hemos dicho, cometió un enorme
error e Isaías oyó hablar de lo que él había hecho. Dice el versículo 3
de este capítulo 39:

"Entonces el profeta Isaías vino al rey Ezequías y le
dijo: ¿Qué dicen estos hombres y de dónde han venido a ti? Ezequías
respondió: De tierra muy lejana han venido a mí, de Babilonia."

Ezequías creía haber realizado una gran acción diplomática, pero el profeta Isaías reconoció el peligro. Dice el versículo 4:

"Dijo entonces: ¿Qué han visto en tu casa? Y dijo
Ezequías: Todo lo que hay en mi casa han visto; ninguna cosa hay en mis
tesoros que no les haya mostrado."

Ezequías había cometido una verdadera locura. Dicen los versículos 5 al 7:

"Entonces dijo Isaías a Ezequías: Oye palabra del
Señor de los ejércitos: 6He aquí vienen días en que será llevado a
Babilonia todo lo que hay en tu casa, lo que tus padres han atesorado
hasta hoy; ninguna cosa quedará, dice el Señor. De tus hijos que saldrán
de ti y que habrás engendrado, tomarán, y serán eunucos en el palacio
del rey de Babilonia."

O sea que Ezequías, con su insensatez, hizo el
ridículo. Nunca debería haber mostrado sus tesoros a extranjeros. La
profecía de Isaías se cumplió literalmente (ver 2 reyes 24 y 25, y
Daniel 1). Finalmente, leamos el versículo 8:

"Y dijo Ezequías a Isaías: La palabra del Señor que
has hablado es buena. Y añadió: A lo menos, haya paz y seguridad en mis
días."

La respuesta de Ezequías al profeta Isaías fue muy
extraña. Fue como si hubiera dicho: "Bueno, me alegro que esta profecía
no se va a cumplir en mi tiempo". O sea, que se sintió agradecido de que
esos eventos no ocurrirían en sus días pero ¿qué les sucedería a sus
hijos, nietos y demás descendientes? Porque esas desgracias se
cumplirían literalmente en el tiempo de vida de ellos. Durante esos años
ocurrieron tres cosas terribles.

Este capítulo concluye la sección histórica del
libro de Isaías. Y constituye una seria advertencia para aquellos que
pretenden conducir su vida por senderos ajenos a la Voluntad de Dios.

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