Nunca debemos olvidar que Jesús era judío.
  La 
iglesia cristiana comenzó su vida en la actual
  Palestina y sus primeros miembros eran 
judíos convertidos
  al 
cristianismo. Por esta razón el elemento más
  importante en el trasfondo religioso del Nuevo Testamento es la
  
religión judía misma. Por ello el 
objetivo del
  presente estudio es el de describir en lo posible la
  composición religiosa judía de aquel 
tiempo, con el
  fin de comprender mejor el entorno religioso en el que se
  desenvolvió Jesús.
  El último de los profetas del 
Antiguo Testamento,
  Nehemías, vivió alrededor de 400 años antes
  de la aparición de Juan el Bautista. Desde aquel tiempo la
  religión judía no había permanecido
  
estática, ya que la religión clásica del
  Antiguo Testamento había evolucionado hacia el
  judaísmo.
  Y con la aparición del judaísmo se
  originaron también partidos, sectas y movimientos dentro
  de la religión judía, así como algunas
  
instituciones importantes de dicha religión, las cuales se
  pretende identificar y describir seguidamente.
  
1.- 
El Templo
  El primer Templo fue construido por el rey
  Salomón en el año 960 a.C. con el propósito
  de sustituir al Tabernáculo como único lugar de
  sacrificio del pueblo judío. Después fue saqueado
  por Sheshong I (945-924 a.C.), primer faraón de la
  dinastía XXII de 
Egipto, y después destruido por
  los babilonios en el año 587 a.C. durante el reinado del
  rey persa Darío I, y suntuosamente reconstruido por
  Herodes el Grande (73 a.C. al 4 a.C.) y sus sucesores en el
  año 22 a.C. Fue destruido definitivamente por las tropas
  romanas al mando de Tito en el año 70 d.C. durante el
  sitio de Jerusalén en el transcurso de la revuelta de los
  zelotes.
  Fue ese imponente complejo de edificios el que
  despertó la admiración de los discípulos de
  Jesús, tal como nos cuenta el apóstol Marcos:
  
"Maestro, mira qué piedras y que construcciones"
  (Marcos 13:1). Allí se siguió celebrando el antiguo
  ritual del sacrificio y del culto con su elaborado 
sistema
  sacerdotal, aunque todo se hacía bajo la mirada vigilante
  de la guarnición romana que ocupaba la fortaleza Antonia,
  la cual dominaba los atrios del Templo.
  También en este sector, concretamente en el atrio
  de los 
gentiles, más allá del cual ningún
  gentil podía pasar ya que se colocaba
  automáticamente bajo 
pena de muerte, estaba el
  próspero 
mercado de 
animales para el sacrificio y los
  puestos de 
cambio de moneda para las 
ofrendas al Templo, lugar en
  el que se suscitó la ira de Jesús en contra de los
  mercaderes del Templo. También en esta parte del Templo,
  más concretamente en los pórticos techados, los
  hombres se reunían para escuchar a cualquier maestro que
  quisiera difundir sus prédicas.
  
Templo de Herodes el
  Grande
2.- 
La Sinagoga
  Había solamente un Templo, pero cada 
comunidad
  tenía su Sinagoga. En ellas no había sacrificio
  ritual, sino que era el centro local de adoración a
  Yahvé y de estudio de la 
Ley. Las reuniones de la
  
comunidad se celebraban siempre el día sábado; los
  hombres de un lado y las mujeres del otro lado, para oír
  
la lectura y 
exposición de los pasajes establecidos de la
  ley y de los Profetas, además de unirse en las oraciones
  litúrgicas prescritas.
  Pero la Sinagoga era más que un lugar de culto;
  era la 
escuela local, el centro comunal y la sede del 
gobierno
  local. Sus Ancianos eran las autoridades civiles de la comunidad,
  los magistrados y custodios de 
la moral
  pública.
  
Sinagoga judía
Israel siempre respetaba la Ley desde los tiempos de
  Moisés. Pero desde el siglo V a.C., en tiempos del
  sacerdote Esdras cuando el pueblo judío regresó de
  su exilio en Babilonia, los Profetas vieron que lo que
  había sucedido era resultado directo de la desobediencia
  de la 
nación judía a la Ley. Por ello se puso un
  mayor énfasis en el estudio de la Ley, hasta que los
  judíos se convirtieron en 
el pueblo de la
  Ley.
  Este estudio intensivo tuvo como resultado un creciente
  cuerpo de tradiciones, que pasaron a ser tan obligatorias para el
  pueblo judío como la Ley misma. Se necesitó de
  
Escribas, estudiantes profesionales y expositores de la
  Ley y de las tradiciones, para prescribir las reglas exactas para
  cada ocasión. Un ejemplo de ello eran los treinta y nueve
  tipos de 
acción prohibidos para todos los sábados:
  segar y trillar estaba prohibido, así como arrancar
  espinas y restregar el grano con las manos. También estaba
  la prohibición de caminar en un solo día más
  de novecientos metros aproximadamente. Pero lamentablemente, en
  su cuidado meticuloso por los detalles de la Tradición,
  los escribas olvidaban a veces el propósito fundamental de
  la Ley misma.
  
1.- 
Los Fariseos
  El término 
fariseo proviene del hebreo
  
perushim, y éste de 
parash, que
  significa 
separar. Los fariseos formaban una comunidad
  judía que existió hasta el segundo siglo d.C. y
  ellos mismos atribuían su origen al período de la
  cautividad en Babilonia (587 al 536 a.C.). Pero otros situaban su
  origen durante la dominación persa (560 a.C.), e incluso
  se consideraban sucesores de los 
hadishim, palabra que
  significa 
devotos. Se definieron como partido durante la
  revuelta de los Macabeos contra los invasores seléucidas
  (167 al 165 a.C.).
  Los fariseos eran los puristas religiosos que se
  concentraron en el 
control de los asuntos relacionados a la
  religión judía, más que en sus temas
  políticos. Los fariseos lograron que sus interpretaciones
  religiosas fueran aceptadas por la gran mayoría de los
  judíos, por lo cual, tras la caída del Templo de
  Jerusalén, ellos tomaron el control del judaísmo
  oficial y, con ello, transformaron el culto.
  El más alto representante del judaísmo era
  el Sumo Sacerdote, cargo que después de la
  destrucción del Templo se volvió innecesario,
  pasando entonces el culto religioso a la Sinagoga, que por ello
  se denominó desde entonces 
beit knéset o
  
casa de reunión. De los antiguos fariseos
  surgió la línea rabínica ortodoxa de los
  Doctores de la Ley, que fue la que redactó el
  Talmud.
  Su preocupación suprema era la fiel observancia
  de la Ley y de las tradiciones judías en cada detalle. Si
  los juzgamos por estas 
normas, podríamos considerarlos
  como judíos 
modelo. Por ello se mantenían lo
  más apartados posible de los demás ciudadanos: no
  podían comer con quien no fuera fariseo, puesto que el
  alimento que consumían podría no haber sido
  diezmado; es decir, pudiera no habérsele ofrecido la
  décima parte a Yahvé.
  Quizás inevitablemente, esta 
política de
  separación les llevó a desdeñar a los
  demás mortales al considerarles como de categoría
  inferior a la de ellos, y además les condujo a asumir una
  
actitud santurrona que ha hecho que el término
  
fariseo se considere una palabra de reproche en la
  actualidad. Esta arrogancia, combinada con un seco legalismo que
  ponía que ponía la exacta observancia ritual por
  delante de la misericordia y del 
amor por los demás
  humanos, les hizo entrar en 
conflicto con Jesús, quien no
  puso en duda la ortodoxia de ellos sino el orgullo y el modo
  falto de amor con que la sustentaban. A causa de ello
  Jesús no dejó de catalogarlos como
  hipócritas delante del pueblo judío (Mateo
  23:13-31) por cuanto sus 
acciones estaban muy lejos de sus
  palabras.
  La influencia de los fariseos estaba fuera de toda
  proporción con su número, que raras veces era
  grande. Los fariseos fueron quienes establecieron las
  líneas para el 
desarrollo del judaísmo
  después de la destrucción de Jerusalén en el
  año 70 d.C. Aseguraron un constante énfasis en la
  piedad individual y estrictas normas éticas, así
  como su bien conocido y rígido legalismo. Eran respetados,
  si no amados, por los demás judíos.
  2.- 
Los Saduceos
  Los saduceos eran el otro partido principal en tiempos
  de Jesús, a pesar de que en aquel entonces su influencia
  estaba en declive. Podría ubicarse su origen como partido
  político en el siglo II a.C. y su desaparición en
  el siglo II d.C. Caifás, el Sumo Sacerdote responsable del
  enjuiciamiento y de la sentencia a Jesucristo, era saduceo.
  Flavio Josefo, el historiador judío-romano del siglo I
  d.C., dijo de ellos que eran un 
grupo belicoso cuyos seguidores
  eran de 
clase rica y poderosa, y que se les consideraba groseros
  en sus interacciones sociales.
  Etimológicamente el término saduceo
  proviene del hebreo 
tsedduquim, también conocidos
  como 
zadokitas. Son los descendientes del Sumo Sacerdote
  Sadoq, de la época de Salomón (1011 a.C. al 931
  a.C.), cuyo nombre significa 
justicia o
  
rectitud, por lo que la palabra 
saduceos puede
  interpretarse como 
justos o 
rectos.
  El origen de los saduceos se remonta a la protesta de
  muchos sacerdotes cuando en el año 175 a.C. se
  interrumpió el ejercicio y la sucesión legal del
  Sumo Sacerdote en el Templo de Jerusalén. Entonces el
  cargo fue comprado al rey seléucida 
Antíoco V
  Epífanes (215 a.C. al 176 a.C.) y lo usurpó
  Jasón, hermano de Onías II y legítimo Sumo
  Sacerdote (2ª. Macabeos 4:7-20). La 
venta del puesto de Sumo
  Sacerdote recayó luego en Menelao, hermano del
  
administrador del Templo, quien logró derrotar a
  Jasón (2ª. Macabeos 4:24-26). El 
comercio del
  más alto cargo religioso tuvo como colofón la
  sustitución de las costumbres judías por las
  griegas, la imposición del culto a los dioses
  helénicos, y la persecución de los judíos
  que seguían fieles a la Ley.
  Los saduceos eran los miembros de la clase alta de la
  
sociedad judía de aquella época, por lo que todos
  los conquistadores buscaron su apoyo para 
poder someter al
  pueblo. En otras palabras, los saduceos eran los
  colaboracionistas que se sometían al poder extranjero,
  adoptando sus modas y 
cultura, por lo cual eran odiados por el
  grupo más extremista, los zelotes. Esta sumisión al
  poder extranjero les permitía ostentar los cargos
  públicos más importantes. El Sumo Sacerdote era
  miembro de este grupo, así como la aristocracia y los
  principales terratenientes de aquel entonces.
  En la época en que vivió Jesús los
  saduceos se encontraban muy reducidos en su poderío, ya
  que los romanos les habían quitado su poder
  político y gran parte del religioso, perdiendo con ello su
  influencia ante el pueblo en manos de los fariseos. Los
  dominadores romanos incluso se reservaron el poder de elegir a la
  
persona que ocuparía el puesto de Sumo
  Sacerdote.
  La postura religiosa de los saduceos era muy
  conservadora, hasta el punto de negarse a aceptar cualquier
  revelación aparte de los Cinco 
Libros de Moisés,
  desde el Génesis hasta el Deuteronomio. De este modo
  rechazaban las ideas religiosas más novedosas, tales como
  la creencia en la inmortalidad del 
alma, la resurrección,
  los 
ángeles y los demonios, ideas que eran promovidas por
  los fariseos (Marcos 12:18 y Hechos 23:8). Según el
  historiador Flavio Josefo, no aceptaban tampoco la
  predestinación y enfatizaban el libre albedrío
  humano para poder elegir entre el bien y el mal.
  Asimismo los saduceos rechazaban la
  
interpretación de los rabinos sobre la Torá, y se
  les presenta negando que nada de la Biblia hebrea era
  válido, sino solamente la Torá, la cual los
  saduceos la interpretaban literal y rigurosamente en materias que
  la misma cubre directamente, rechazando con ello las tradiciones
  rabínicas o las 
leyes orales que mitigaban los más
  duros castigos. Los saduceos insistían en la
  ejecución literal de la ley de la venganza aplicando
  aquello de 
ojo por ojo y diente por diente.
  Además sostenían que Yahvé premiaba
  a los hombres buenos en vida, por lo que ellos, al ser ricos, se
  consideraban el pueblo bueno. Su 
filosofía era totalmente
  materialista, liberal y mucho más mundana que la de los
  demás 
grupos.
  3.- 
Los Escribas
  El término 
escriba procede del
  latín 
scriba y del hebreo 
so-fer, que se
  traduce como 
secretario, escribano o 
copista, y
  alude a una persona instruida. En efecto, en los días del
  sacerdote Esdras (538 a.C. al 432 a.C.) se empezó a
  reconocer a los 
escribas o 
soferim como un
  grupo diferenciado. Eran los copistas de las Escrituras hebreas,
  muy cuidadosos en su 
trabajo, y a quienes les aterraban los
  errores.
  Pero con el transcurso del tiempo se hicieron
  extremadamente meticulosos, hasta el punto de que no solo
  contaban las palabras copiadas, sino incluso las letras, ya que
  la 
lengua hebrea sólo contaba con consonantes hasta varios
  siglos después de Cristo, y omitir una sola letra
  cambiaría con facilidad el sentido de una palabra. El
  simple hecho de escribir una palabra de 
memoria sin haberla
  pronunciado antes, se consideraba un 
pecado grave. Se dice que
  los escribas religiosos limpiaban con gran meticulosidad su pluma
  antes de escribir la palabra 
Elohim (Dios) o
  
Adonai (Señor).
  Sin embargo, a pesar de este cuidado extremo para evitar
  errores involuntarios, con el transcurso del tiempo los
  escribanos o 
soferim empezaron a tomarse libertades al
  introducir cambios en el 
texto, como fue el caso de 134 pasajes
  en el texto hebreo primitivo a fin de que se leyese
  
Adho-nái en lugar de 
YHWH y en otros
  pasajes se utilizó como sustituto de la palabra
  
Elo-him. Muchos de los cambios que hicieron los
  escribanos se debieron a un espíritu supersticioso en
  relación con el nombre de Dios, y también para
  evitar antropomorfismos; es decir, dar a Dios atributos
  humanos.
  En un principio los sacerdotes eran a su vez escribas
  (Esdras 7:1-6). Sin embargo se dio mucha importancia a que todos
  los judíos tuvieran 
conocimiento de la Ley. Los que
  estudiaron y tuvieron buena formación consiguieron el
  
respeto del pueblo y con el tiempo estos eruditas, muchos de los
  cuales no eran sacerdotes, formaron un grupo independiente. Por
  ello en tiempos de Jesús la palabra 
escribas
  designaba una clase de hombres a quienes se había
  instruido en la Ley, por lo cual se les mencionaba como
  
Maestros de la Ley o 
versados en ella (Lucas
  5:17 y 11:45).
  Por lo general los escribas pertenecían a la
  secta religiosa de los fariseos, pues este grupo reconocía
  las interpretaciones o tradiciones de los escribas que, con el
  transcurso del tiempo, habían llegado a ser un laberinto
  desconcertante de reglas minuciosas y 
técnicas. La
  expresión 
escribas de los fariseos aparece varias
  veces en las Escrituras (Marcos 2:16, Lucas 5:;30, Hechos 23:9).
  Sin embargo algunos escribas pertenecían al grupo de los
  saduceos, los cuales creían sólo en la Ley escrita,
  mientras que los escribas fariseos defendían con celo
  tanto la Ley como las tradiciones orales que se habían ido
  acumulando.
  La gente respetaba a los escribas llamándolos
  
Rabí, que significa 
mi grande y 
mi
  excelso. Era un título de respeto que se usaba para
  dirigirse a los Maestros, el cual se le aplica a Cristo en varios
  versículos del Nuevo Testamento.
  Jesús condenó a los escribas
  judíos, principalmente a los fariseos, porque
  habían hecho añadiduras a la Ley de Moisés y
  también habían ideado subterfugios para burlarla
  convirtiéndola en una carga para la gente al saturarla con
  sus añadiduras. Además, como clase, no le
  tenían ningún respeto a la gente ni deseos de
  ayudarla. Amaban los aplausos de los hombres y los títulos
  altisonantes. Su religión era sólo una fachada, un
  ritual que cubría su hipocresía. Jesús
  mostró lo difícil que sería para ellos el
  poder obtener el favor de Dios debido a su actitud y a sus
  prácticas, al decirles: 
"Serpientes, raza de
  víboras, ¿cómo vais a escapar de la
  condenación de la Gehena?" (Mateo
  23:1-33).
  Los escribas no solo eran responsables como
  
rabinos de las aplicaciones teóricas de la Ley y
  de la 
enseñanza de ésta, sino que también
  poseían 
autoridad judicial para dictar sentencias en
  tribunales de 
justicia y en el Sanedrín (Mateo 26:57,
  Marcos 15:1). No recibían ningún pago por juzgar y
  la Ley prohibía los regalos o sobornos, por lo que es
  posible que fueran remunerados únicamente por
  enseñar la Ley. Esto puede interferirse de las palabras
  que dijo Jesús cuando advirtió a la gente sobre la
  avaricia de los escribas, comparándolos con el asalariado
  a quien no le importaban las ovejas (Marcos 12:38-40, Juan
  10:12-13).
  4.- 
Los Esenios
  Los esenios eran los miembros de un 
movimiento
  judío establecido en el año 165 a.C. tras la
  revuelta de los Macabeos, y cuya existencia hasta el 68 d.C.
  está documentada por distintas 
fuentes. Sus antecedentes
  inmediatos podrían estar en el movimiento hasideo ocurrido
  en la época de la dominación seléucida (197
  a.C. al 142 a.C.).
  Durante mucho tiempo los esenios fueron
  únicamente conocidos por las referencias de autores
  antiguos, tales como Plinio el Viejo, Flavio Josefo,
  Filón, Dión Crisóstomo, Hipólito de
  Ostia y Epifanio de Constancia, quienes los describieron como un
  grupo de ascetas que vivían aislados en las cuevas de
  Qumrán bajo el mando de un 
líder al que denominaban
  
Maestro de Justicia, aunque también una
  importante comunidad esenia vivía en Jerusalén, en
  cuyas murallas los arqueólogos han encontrado la
  
Puerta de los esenios. Los integrantes de la comunidad
  esenia le dieron el nombre de 
Damasco al lugar que
  ocupaban en Qumrán, junto al Mar Muerto.
  Si alguien deseaba se miembro activo de dicha comunidad
  esenia debía ser instruido como tal, aceptado y luego
  pasar dos años de prueba antes de su ingreso definitivo. A
  quienes lo lograban se les exigía una vida entera de
  estudio de la Ley, además de humildad y 
disciplina. Sus
  
bienes pasaban a ser parte común de toda la comunidad, y
  los frutos de su trabajo 
personal basado principalmente en
  labores agrícolas, ingresaban en un fondo común y
  se distribuían según las necesidades de cada uno,
  auxiliando además a pobres, viudas, huérfanos y
  mujeres de edad avanzada, así como a personas que estaban
  de paso por el lugar, aunque no fuesen integrantes de la
  comunidad esenia.
  Según parece, Juan Bautista perteneció a
  esta secta, y quizás el propio Jesús fue muy
  cercano a dicha comunidad en la época en que aún no
  había iniciado su ministerio. Algunos historiadores
  asocian también a Pablo de Tarso con alguna forma de
  relación con los esenios. En cualquier caso, en los rollos
  y manuscritos hallados en Qumrán hay múltiples
  puntos de contacto con el mensaje cristiano.
  Nota: 
Si desea profundizar más en este tema
  de los esenios, puede consultar el trabajo que sobre los mismos
  se encuentra en el blog afabrag.obolog.com 
bajo el
  título de "Los esenios y los manuscritos de Qumrán"
  ingresado el 21 de diciembre del 2011.
  5.- 
Los Zelotes
  Mientras los fariseos y los saduceos trataban de
  acomodarse de la mejor forma posible al 
dominio romano, y los
  esenios de Qumrán esperaban la intervención divina
  para librarlos de dicha dominación, otros judíos
  buscaba la liberación en una forma más activa: los
  zelotes, un movimiento político-nacionalista en el 
Israel
  del siglo I d.C., fundado por 
Judas el Galileo junto con el
  fariseo Zadoq poco después del nacimiento de
  Jesús.
  Los zelotes fueron la facción más violenta
  del judaísmo de su época, enfrentados a menudo con
  fariseos y saduceos a quienes acusaban de tener 
celo por el
  dinero. Debido a ello el vocablo 
zelote o
  
zelota ha pasado a ser en varios idiomas sinónimo
  de intransigencia o de radicalismo militante.
  Algunos historiadores los consideran como uno de los
  primeros grupos terroristas de la 
historia, ya que utilizaban el
  
homicidio de civiles, quienes a su entender colaboraban con los
  invasores romanos, para disuadir a los demás de hacer lo
  mismo. Dentro del movimiento zelota había una
  facción radicalizada conocida como los 
sicarios,
  quienes se distinguían por su particular virulencia y
  sectarismo.
  El objetivo de los zelotes era el de una Judea
  independiente del 
Imperio Romano mediante la lucha armada, tal
  como sucedió desde el año 66 d.C. hasta el 73 d.C.,
  durante cuya época controlaron la ciudad de
  Jerusalén hasta que fue tomada nuevamente por las tropas
  romanas, quienes destruyeron el Templo en el año 70 d.C.,
  invadieron posteriormente la colonia esenia de Qumrán, y
  después ocuparon la fortaleza de Masada, el último
  refugio zelote, tras el 
suicidio colectivo de sus
  defensores.
  Judas el Galileo fue recordado por sus acciones en la
  época del primer censo en Judea y por el asalto a la
  guarnición romana de Séforis. También
  posiblemente el preso Barrabás era zelote, a quien la
  muchedumbre prefirió que liberaran en lugar de
  Jesús (Marcos 15:7, Lucas 23:18).
  Uno de los discípulos de Jesús, elegido
  por Él mismo como apóstol, provenía del
  movimiento zelota pues es designado inequívocamente como
  
Simón el Zelota en los Evangelios (Lucas 6:15).
  En realidad el apóstol Simón perteneció a la
  comunidad zelota antes de unirse al grupo de discípulos de
  Jesús.
  Muchos estudiosos y exégetas bíblicos
  consideran que Jesús fue rechazado por la comunidad
  judía como una actitud de desengaño respecto a
  Él por haberse revelado como un líder espiritual,
  ya que Él prometía una liberación más
  allá de este mundo, en lugar de hacerlo como un
  líder que liberara a los judíos de la
  opresión romana, tal como pretendían los
  zelotes.
  En efecto, la mayoría del pueblo judío
  esperaba una victoria sobre los romanos y con ello una
  
independencia política, lo cual no era la 
misión de
  Jesús. Pero Él vino a un pueblo que realmente nunca
  esperaba la clase de liberación que les ofrecía
  Jesús, aunque esperaban 
la consolación de
  Israel (Lucas 2:25). Sin embargo, ninguno de ellos esperaba
  que esta liberación y consolación llegara por la
  vía de la cruz, y aún muchos nunca lo
  comprendieron.
  
A menudo los judíos de aquella época se
  han visto acusados injustamente de un rígido exclusivismo.
  En realidad y particularmente en la época de la
  
Diáspora o Dispersión, reconocieron su
  misión ante los gentiles y hubo un sincero esfuerzo por
  ganar convertidos,
  Aceptar la religión no era un asunto liviano para
  un gentil. Debía aceptar la circuncisión y el
  bautismo, y estar de acuerdo en guardar toda la Ley de
  Moisés en cuanto a las prescripciones rituales. Quienes lo
  aceptaban eran denominados 
prosélitos.
  Muchos más fueron atraídos por la fe
  monoteísta y la estricta 
moralidad del judaísmo,
  que contrastaba con el politeísmo decadente de 
Roma.
  Estaban dispuestos a identificarse con la fe y los ideales de los
  judíos, pero no llegaban al compromiso total de los
  prosélitos. Estos simpatizantes, muchos de ellos ricos e
  influyentes, se conocen en el Nuevo Testamento como 
los que
  temían a Dios o 
los devotos (Hechos
  13:26).
  
Alfred M. Johnson 
Christianism
  Filón de Alejandría
  
Hypothetica
  Flavio Josefo 
Antigüedades de los
  judíos
  Flavio Josefo 
Guerra de los
  judíos
  Marcel Simon 
Les sectes jueves au temps de
  Jésus
  Michael Grant 
The Jews in Roman
  world
  Oscar Cullmann 
Dieu et Cesar
  Plinio el Viejo 
Historia natural
  Richard France 
Los Evangelios y los
  Hechos
  Samuel G.F. Brandon 
The fall of Jerusalem and the
  Christian Church
 
Autor:
  
Agustin Fabra
  
 
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